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La planeación y diseño de las carreteras se basan en ciertas características que pueden ser estáticas, cinemáticas y dinámicas. Las características estáticas son el peso y el tamaño del vehículo y estas se refieren principalmente a los estándares bajo los cuales deben construirse las carreteras, siempre cumpliendo con ciertas necesidades físicas tales como el ancho del carril, ancho de la banqueta, longitud y ancho de los lugares de estacionamiento, la longitud de las curvas y grueso del asfalto; las características cinemáticas se refieren al movimiento del vehículo (sin considerar las fuerzas que causan ese movimiento), y las características dinámicas sí consideran las fuerzas que causan el movimiento del vehículo.

Los criterios de diseño de las carreteras deben considerar a los diferentes tipos de vehículos; maniobras como dar el paso o dar la vuelta deben cumplir criterios específicos sobre las habilidades visuales y auditivas del conductor y del peatón. Incluso los límites en las longitudes y pesos permisibles sobre los distintos tipos de vehículos, sean de carga o de transporte, públicos o privados, desde hace mucho tiempo ya no son determinados por las ciudades o estados, sino que los estándares se fijan a nivel federal y deben cumplir con los estándares internacionales sobre pesos y medidas. Es importante mencionar que las empresas automotrices ya tienen modelos que cumplen con dichos estándares.

Existen tres categorías de vehículos: automóviles de pasajeros, camiones y autobuses recreativos. Los automóviles de pasajeros comprenden a los autos compactos y subcompactos, los vehículos ligeros y los camiones ligeros de reparto. Los camiones comprenden una sola unidad comprendiendo las combinaciones de tractocamión, semirremolque, etc. En cuanto a los autobuses recreativos están los autobuses de una sola unidad, casas móviles, automóviles de pasajeros o aquellas que arrastran botes o remolques.

Las características dinámicas se refieren a aquellas fuerzas que actúan sobre el vehículo cuando éste se encuentra en movimiento, tales como la resistencia del aire, la resistencia de la pendiente, la resistencia de rodamiento y la resistencia de la curva, distancia del frenado, etc., y deben tomarse en cuenta para el diseño y construcción de carreteras y brindar mayor seguridad vial al conductor y al peatón.



Uno de los ámbitos de estudio de la Ingeniería del transporte, es estudiar y revisar las características del peatón, pues con ello enriquecen los diseños, conceptos, planificación y ubicación de dispositivos de control destinados a los peatones, los cuales pueden ir desde la señalización específica, hasta las zonas de seguridad, pasos a desnivel, pasos peatonales, cruce de peatones, etc. Dichas señalizaciones requieren de determinadas características visuales y auditivas.

Por poner un ejemplo, la duración de una luz roja depende directamente del tiempo que el peatón logrará cruzar la calle, la cual varía de 91.44 centímetros a 243.84 centímetros por segundo. Se deben tener incluso variaciones en cuanto a la velocidad de la caminata según el género, la velocidad media masculina es de 150.26 centímetros y la femenina es de 141.22 centímetros por segundo.

Se ha considerado que dichas medidas varían también en peatones de la tercera edad, discapacitados y niños. En el caso del peatón invidente, existen facilidades auditivas, e incluso la opción de activar la señal del semáforo a rojo. Con respecto a las personas con movilidad limitada, hoy en día se sugiere instalar rampas que les faciliten el cruce de una calle o intersección. A pesar de todas estas consideraciones, en América Latina aún es difícil encontrar una buena proyección de rampas para discapacitados, mucho menos existen apoyos auditivos para invidentes, ni aún en las ciudades más desarrolladas como Río de Janeiro, Buenos Aires o la Ciudad de México.

En cuanto a los ciclistas, a pesar de ser actualmente un transporte más común, en la región tampoco es posible encontrar instalaciones adecuadas para que puedan circular de manera segura. Es por ello la necesidad de dar un enfoque de mayor importancia a la Ingeniería del Transporte en países en desarrollo, como lo son la mayor parte de países que conforman la América Latina y el Caribe.

Recordar una regla de oro: el peatón siempre tiene la preferencia. En cuanto al ciclista, recuerde siempre que la persona que va al vehículo debe ser más prudente y cuidadosa.

La ingeniería de tránsito y carreteras es una rama de la Ingeniería del Transporte, en la que se estudian las técnicas para operar y mantener los sistemas de transporte de forma segura y económica, planificándolos, diseñándolos, construyéndolos, operándolos y conservándolos.

Uno de los cinco componentes principales de la modalidad de transporte por carretera es el conductor, los otros cuatro son el peatón, el vehículo, el camino y la bicicleta. Los ingenieros del transporte y de tránsito, consideran estos cinco componentes muy determinantes para el diseño de las carreteras.

En cuanto al conductor, deben analizar sus habilidades y su capacidad de percepción en las carreteras. Por habilidades se refieren a las capacidades del conductor para ver, oir, evaluar y reaccionar a la información, mismas que varían en condiciones como el cansancio, la hora del día, o bajo la influencia del alcohol o las drogas. La evaluación y reacción del conductor a la información que recibe en las carreteras es visual y cambia constantemente, siendo imperativo para los ingenieros de tránsito y carreteras, tener conocimientos específicos respecto a la percepción visual del conductor, cuyas características son: la agudeza visual y la percepción auditiva.

El proceso por el cual un conductor, ciclista o peatón reacciona y responde a un estímulo se divide en 4 subprocesos: percepción, identificación, emociones y reacción o resolución. El tiempo que transcurre desde la percepción hasta la reacción, es llamado tiempo PIEV o de percepción-reacción.

El tiempo del PIEV es un factor importante para una reacción rápida, por ejemplo, de la distancia de frenado, determinando así la distancia visual mínima a la que se debe localizar una señalización determinada, la reacción o tiempo de respuesta varía de 1.26 a 3 segundos, lo que nos demuestra la importancia de la ingeniería del transporte, la cual se torna cada vez más necesaria e importante para el diseño de carreteras más seguras.


Los límites de velocidad son generalmente determinados por los gobiernos de los países pero, ¿en qué se basan dichos parámetros?

Las velocidades seguras de desplazamiento dependen tanto del tipo de infraestructura vial y del tipo de tráfico que exista en esa área. Los límites que fluctúan entre los 30 y 40 kilómetros por hora, son fijados en ubicaciones donde podría darse un conflicto entre automóviles, peatones y/o ciclistas. Entre los 50 y 60 kilómetros por hora se fija en intersecciones donde pueden presentarse accidentes laterales entre automóviles. Para carreteras donde pudiera darse un impacto frontal entre automóviles, que son por lo general de dos vías, el límite de velocidad es de 70 a 80 kilómetros por hora. Aquellas carreteras donde la posibilidad de impacto frontal o lateral es muy remoto, no suelen fijarse límites, o estos fluctúan entre los 100 y 120 kilómetros por hora, en tal caso solamente podría darse un impacto contra la infraestructura vial.

La velocidad y el descuido son las principales causas de los accidentes, es por ello que existen límites que deben respetarse, sin embargo, esto no se da en la práctica. La única forma de lograr que las leyes se cumplan y se respeten los límites de velocidad es mediante una educación integral y completa por parte de las escuelas de manejo, por parte de los gobiernos a través de campañas de seguridad vial, y la tarea de los padres es educar a los hijos con el ejemplo, evitar violar las leyes de tránsito.

América Latina aún tiene un gran camino por recorrer y muchos errores que subsanar, es una pena que la Comunidad Europea, que es de relativa «reciente creación», cuente con una página específica denominada «Seguridad Vial para la Comunidad Europea« (European Comission Road Safety en inglés), en la que existen infinidad de recursos, estadísticas, estudios y consejos con respecto a la Seguridad Vial, y en América Latina, hasta apenas 2004 pudieron realizarse estadísticas completas sobre diversos índices relativos al tema, y que en esa misma fecha la ONU haya instado a las naciones latinas a reformar sus leyes y procurar la seguridad vial.

Es una lesión causada por un choque inesperado en la parte trasera del automóvil y que provoca un impulso repentino del vehículo. El conductor se encuentra relajado, pero por el impulso del golpe, su tronco es impulsado con la misma velocidad y dirección, pero la cabeza, sufre una hiperextensión y a su vez una hiperflexión. Básicamente es un vaivén descontrolado de la cabeza, lo cual afecta directamente al cuello, ya que los tejidos blandos de éste se lesionan por la sacudida repentina. Este movimiento tensiona los músculos y los ligamentos del cuello más allá de su rango normal de movimiento.

Esta lesión puede pasar desapercibida al momento del choque, sin embargo después se presentan diversos síntomas como dolor cervical, cefalea, mareos, trastornos cognitivos cerebrales, y molestias musculares, lo que se conoce como el Síndrome del Latigazo Cervical.

Curiosamente, diversos estudios han arrojado que el uso del cinturón de seguridad ha elevado la inciencia de estos esguinces cervicales. En 1993, los doctores Borbeau y Cols, estudiaron a 3927 pacientes, determinando que aquellos que usaron el cinturón de seguridad, tenían un riesgo mayor de sufrir esguince, pero una tasa 3 veces menor de sufrir fractura cervical.

Un ajuste adecuado del apoya cabeza en el asiento, puede disminuir las lesiones por hiperextensión, mas no aquellas que se generen por hiperflexión.

El Síndrome del latigazo cervical tiene severas consecuencias en la salud del adulto, como vértigo, zumbidos o taponamiento de los oídos, trastornos de la vista como fotopsias, lo que también puede ir acompañado de otras lesiones musculares, hemorragias internas, hernias discales o roturas de vértebras. En los niños se sabe que pueden tener secuelas más graves: hemorragias internas, lesiones medulares o desprendimiento de órganos vitales. Sus consecuencias pueden ser tan graves que deterioren la calidad de vida del paciente, pues los dolores pueden ser muy intensos, pudiendo provocar en las personas crisis de ansiedad o depresión.