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2011 12 Jul

Muchas escuelas de manejo, especialmente en América Latina, ofrecen cursos de 10 horas o menos, adaptándose a las necesidades de los clientes que cuentan con poco tiempo para aprender a conducir. En esas pocas, pretenden enseñar cuestiones tan importantes como elementos de seguridad vial, operación y revisión básica del vehículo, vías y caminos, en algunos otros casos manejo defensivo, primeros auxilios, mecánica básica, reglamentos de tránsito; es decir, cuestiones no tan básicas que tal vez requerirían mayor tiempo.

Desgraciadamente esto es un asunto de competencia entre empresas, y existiendo gran demanda por parte del público no hay mucho que se pueda hacer para lograr que estos cursos pudieran ser más completos. Realmente, en 10 horas de clase con o sin horas de práctica, no es posible aprender a conducir de una manera responsable, sobretodo cuando se compara esto con aquellos cursos que se imparte en países como Estados Unidos de Norteamérica o Alemania, donde la autoridad delega a las escuelas de manejo la «responsabilidad» de generar conductores responsables, es la autoridad también quien se encarga de evaluar, mediante un examen demasiado estricto pero apegado a los principios básicos de la seguridad vial. En tal caso, si el conductor aprendiz no pasa la prueba, tiene que estudiar nuevamente un curso de uno o dos años para nuevamente ser evaluado.

La seguridad vial no debería ser un curso express que se aprende en 10 horas, sino que debería ser un compromiso entre escuelas de manejo y autoridades, con el fin de salvaguardar la seguridad de todos. Pocas son las personas que conocen los reglamentos de tránsito de su ciudad, y si en el mejor de los casos si sus padres no les enseñan a manejar y toman un curso, no conocerán el reglamento a fondo. No resultará tan extraño entonces que los índices de mortalidad por accidentes de tráfico en America Latina, se hayan elevado tanto en los últimos 10 años, y tampoco resultará extraño que la ONU muestre especial interés en que la región, tome conciencia de la seguridad vial mediante diversas campañas y programas.

2011 9 Jul

Diferentes, sorpresivas, poco señalizadas, sin el pavimento correspondiente y con grandes baches sin señalizar. Así suelen ser las carreteras de Costa Rica. Sus características geográficas presentan grandes relieves que concluyen en importantes subidas y bajadas y pronunciadas curvas que demoran el tránsito y constantemente atentan contra la seguridad vial.

Es por eso que las condiciones de manejo en Costa  Rica son realmente pobres; algo totalmente contrario a las multas, que sufrieron un nuevo aumento en este año 2011.

La nueva ola de aumentos de los montos de las multas a pagar parece ser una constante en toda América; la que pertenece a un mundo donde todo aumenta y todavía se están viviendo las secuelas de la crisis económica mundial.

Nueva Ley de Tránsito

Con la nueva Ley de Tránsito, los montos a abonar por falencias en el manejo se fueron por las nubes. Es por eso que también el M.O.P.T. (Ministerio de Obras Públicas y Transportes) recomienda denunciar a oficiales de tránsito que quieran cobrar un incentivo económico a cambio de las elevadas y significativas sumas que reflejan las infracciones.

El requisito fundamental que debe presentarse como prueba para realizar una denuncia es el apellido o el respectivo código del oficial. El código debe, por ley, estar siempre registrado en la camisa del oficial de tránsito.

Conducir en Costa Rica

Por otro lado, existen en este país medidas ejemplificadoras que son dignas de imitar en otros países. Por ejemplo, conducir ebrio por encima de 0,75 gramos de alcohol por litro de sangre, circular a más de 150 km. por hora o participar en picadas de velocidad puede finalizar en una pena de cárcel de entre 1 y 3 años, retiro del vehículo y suspensión de la licencia durante 2 años.

Vale la pena aclarar que en zonas urbanas la velocidad máxima es de 40 km. por hora, en zonas residenciales el límite es de 60 y en calles cercanas a escuelas está permitido un tope máximo de 25 km. por hora.

 

2011 3 Jul

Las diferentes clases que tomarán los alumnos en una escuela de conducción deben ser aprovechadas al máximo. Es por eso que al momento de iniciar una lección, el instructor ya debe saber donde ir y qué parte del manejo desarrollará con el estudiante antes de partir.

Durante las primeras experiencias al manejo, la prioridad debe ser que la persona que está aprendiendo comience a tener control sobre el vehículo; para luego ir paulatinamente agregando niveles de dificultad.

Para comenzar el entrenamiento y que el futuro conductor pueda maniobrar con tranquilidad, lo más recomendables es utilizar lugares espaciosos y con poco tránsito; por ejemplo un amplio estacionamiento.

En esas primeras lecciones lo ideal es centrarse en hábitos como la colocación del cinturón de seguridad, ajuste de los espejos y el asiento a favor de la comodidad para el manejo. Una vez que esté cómodo, comenzar a trabajar en la operatoria de la palanca de cambios, con el respectivo accionar del embrague en el caso que corresponda, utilización del freno y el acelerador. De esta forma, indicar movimientos cortos de avance y retroceso.

Evaluar las condiciones previas del alumno nunca está de más, por lo que si los pasos anteriores no generan demasiada complicación, se puede comenzar a trabajar en dar vueltas hacia la izquierda y derecha alternadamente, dando así una sensación total de control del vehículo y mantenerse en una supuesta mano.

Tener en cuenta la capacidad de coordinación actual del alumno entre manos y pies es fundamental para determinar donde realizar las maniobras. Si el estudiante es un novato y está tomando sus primeras lecciones, es posible que pueda dudar y equivocarse en la utilización de los pedales, y generar de esta manera situaciones de alto riesgo si es un sector muy transitado.

En cambio, si se considera que hubo avances en el aprendizaje de las primeras clases, se puede comenzar a convivir con algo tránsito y de a poco, iniciar cruces de intersecciones que no sean demasiado peligrosas, al igual que los cambios de carril.