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Ya en el año 2010, se observó una baja en el número de personas fallecidas en accidentes de tránsito en Colombia, gracias a la campaña pedagógica “Inteligencia Vial”. Así, por ejemplo, en ciudades como Barranquilla las cifras de accidentabilidad bajaron un 32%, en Cartagena un 27% y en Medellín un 3%.

            La campaña Inteligencia Vial se planificó buscando consolidar una nueva forma de vivir en las calles y vías de Colombia, tratando de desarrollar y potenciar la sabiduría que todos tenemos con respecto a la Seguridad Vial.

            El Fondo de Prevención Vial, a raíz de esta campaña, puso en circulación una encuesta en la cual indagaba sobre las excusas más frecuentes entre los colombianos para justificar su mal comportamiento en las vías. Como resultado de esta encuesta, se pudo deducir que un 22,6% declaró que lo hace por afán; el 11,8% por pereza y el 10,9 por despiste.

            Por otra parte, si bien el 95% de los colombianos estuvo en contacto con la campaña “Inteligencia Vial” a través de la difusión en los diversos medios de comunicación; sólo el 65% de los encuestados dijo haber evidenciado un cambio positivo en la conducta de los demás en las vías.  

            En el año 2011, se redujo un 10,7% la tasa de accidentabilidad producida por la ingesta de alcohol. Por ejemplo, en los meses de enero y febrero del año 2010 se habían reportado 112 accidentes de tránsito; ya en el 2011 -en los mismos meses- se registró 101 accidentes.

            Esto se debe a operativos montados en distintos puntos de las ciudades cuyos mensajes de prevención son muy claros: entrega las llaves; deja el auto en un estacionamiento; toma un taxi; celebra bien y vuelve seguro a casa. El lema de esta campaña es: “Para, Piensa y Pon de tu Parte”.

Los accidentes de tránsito no sólo implican muertos y heridos, sino que también significan altos costos económicos para las regiones y los países. Así, según el Banco Mundial en el año 2009, el gasto anual de las lesiones por accidentes de tránsito ascendía al 1% del Producto Interno Bruto en los países de ingreso bajo y al 1,5% en los de renta media.

Hoy en día, el costo económico producido por los siniestros viales y las lesiones derivadas de ellos, se estima entre el 1% y el 3% del Producto Interno Bruto. Estos gastos comprenden áreas como salud, seguros, pensiones, logística, pérdida de productividad, entre otros.

Por su parte, durante los cuatro primeros meses de 2010, en la provincia de Buenos Aires, se produjeron 432 accidentes viales en rutas que le implicaron a la provincia un costo global de $14.089.320. Para ser más gráficos, un traumatizado grave obliga a una inversión de $75.000, y uno leve a $1.000.

Si bien, ya en el año 2010 la cantidad de accidentes en ruta disminuyeron un 21,6% en comparación con el del año 2009, la provincia sigue trabajando en el asunto apelando a un cambio de cultura que implica la utilización responsable del cinturón de seguridad, del casco, los controles de alcoholemia, entre otras políticas de seguridad vial.

A todos los gastos post accidente, se deben sumar los gastos que se realizan en relación al accionar de la Policía de Seguridad Vial. Si una colisión vial, a parte de la presencia de policías, implica también la presencia de bomberos, personal de la dirección Vial, personal técnico en el caso de derrames de sustancias peligrosas, trabajos especializados o maquinaria específica los gastos aumentan exponencialmente.

Por ejemplo, se estima que cada accidentes entre personal policial, traslado de vehículos, realización de los peritajes del caso e instrucción de los sumarios policiales pertinentes obliga a la provincia a desembolsar $2.182.

La Organización Panamericana de la Salud (OPS), recientemente  dejó en claro que el problema de los accidentes de tránsito en América Latina y el Caribe debe atenderse con carácter de prioritario ya que no han habido avances significativos en los últimos diez años. En general,  son pocos los países que han mostrado avances en esta materia. Y de acuerdo a las estadísticas más de un millón de personas mueren al año en todo el mundo, pero en América Latina esta  cifra es  el doble, así que estamos frente a una situación de alta gravedad.

Sólo por citar algunos ejemplos: en Uruguay la tasa de mortalidad en accidentes de tránsito por cada 100,000 habitantes es de 4.3 y en México la cifra se dispara a 20 por cada 100,000. Del lado opuesto, en Estados Unidos y su vecino Canadá las muertes en accidentes de tránsito han venido a menos en el mismo lapso de tiempo, prueba de que allá se han puesto a trabajar en serio.

¿Motivos del incremento de los accidentes?

Varios, entre los que podemos citar: normas básicas de seguridad como el uso de cinturones de seguridad, casco, nula cultura vial, imprudencia de conductores y peatones, divergencias en la legislación vigente, sin olvidar la falta de planeación de las autoridades en las áreas de transporte o tránsito.

Según las OPS, se podrían solucionar muchos de estos problemas adoptando leyes integrales y más eficientes donde se contemplen penas más severas a las personas imprudentes que conduzcan en estado alcoholizado por ejemplo.

También sería interesante y muy útil que cada gobierno realice campañas constantes de concientización sobre seguridad vial.

Finalmente y en palabras de la OPS sería muy recomendable que cada país contara con un sistema más eficiente de recopilación de datos sobre accidentes de tránsito. Esto sería especialmente útil para poder evaluar en qué rubros se tiene que trabajar más. Desafortunadamente  es una tarea titánica porque muchos países carecen de información detallada sobre accidentes de tránsito.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de doscientas mil personas mueren al año en América Latina en hechos relacionados con accidentes de tránsito, lo que significa una cifra mayor que las víctimas de la gripe aviar o la influenza.

Por este motivo dicho organismo declaró que de 2011 a 2020 será el decenio de la seguridad vial. Esto representa un verdadero reto para la región porque deben comprometerse a trabajar de manera más firme en programas que planifiquen, sensibilicen y generen una cultura de seguridad vial en las personas.

Es un trabajo muy difícil de cumplir porque la mayoría de las personas son muy poco sensibles a comprender los problemas reales que se generan cuando se maneja en estado de ebriedad o cuando no se respeta un semáforo o incluso cuando un peatón cruza de forma deliberada sin fijarse en el color de las luces. Hacen falta valores y lo peor es que en países como México se tiene la costumbre cada vez más generalizada de que es más económico rematar a una persona cuando se le ha atropellado a tratar de salvarle la vida ya que esto implicaría gastos de manutención y  hospitalización por el resto de su vida y muchos conductores se regresan a rematar a los caídos.

Otro factor importante es la insensibilidad de las personas ya que al ver tantos accidentes a diario lo toman como algo normal de vivir en una ciudad tan poblada y después de la impresión inicial se olvidan del accidente y regresan a su vida rutinaria.

Los gobiernos de la región tienen una dura tarea porque deben invertir en rubros como la planificación de cada urbe y campañas de sensibilización constantes en la población. Esto es muy difícil de lograr ya que, entre otras cosas en la actualidad se le da toda la prioridad a los automovilistas dejando en los últimos rubros del presupuesto detalles tan importantes como la compra suficiente de señalamientos o puentes peatonales, por citar dos ejemplos.

Finalmente, según datos de la OMS, si los gobiernos no toman medidas eficientes sobre estos temas, para el año 2020 aproximadamente más de un millón de personas habrán perecido en los últimos 10 años. Actualmente cada hora fallecen en América Latina 14 personas víctimas de algún percance de tránsito. Y esto se vuelve más terrible si consideramos que los accidentes vehiculares pueden evitarse en un porcentaje del 90% si se toman las medidas pertinentes.

Recordemos además que después de un percance muchas personas pueden quedar mal de alguna parte de sus cuerpos convirtiéndose en una carga ya sea para el estado o para sus familiares que no pueden desampararlos.

En Perú se debe trabajar con urgencia para mejorar la convivencia vial entre la población ya que está considerado, de acuerdo a estadísticas reales, como el país con el mayor índice de accidentes viales en toda América Latina. Una situación verdaderamente alarmante.

Hasta el año de 2010 más de 30,000 personas habían muerto en este país por accidentes de tránsito, esto nos marca un problema muy grave.

Además, basándonos en datos de la dirección de información de gestión del Perú, desde el año 2000 hasta el presente hay registros de más de 700,000 accidentes automovilísticos y los motivos son en muchos casos negligencia e imprudencia por parte de los conductores, es decir, son accidentes que se pudieron haber evitado en muchos casos. De estos percances más de 100,000 personas quedaron incapacitadas de por vida.

El costo para el Perú es de alrededor de 150,000 millones de dólares cada año, una cifra demasiado elevada para este país.

Las autoridades han notado que muchos de los accidente se producen en el área del transporte público. Esto se debe a que los conductores de este tipo de vehículos de uso masivo, por lo general,  no tienen una adecuada preparación vial, lo cual es permitido por  las autoridades ya que no hay una regulación eficiente al respecto. Así que cualquier persona puede emplearse de chofer y obtener tantas ganancias como vueltas pueda dar o dependiendo la cantidad de pasajeros que pueda subir a su unidad, lo que ha convertido al sector en un caótico sistema.

Analizando a detalle la situación imperante en Perú podemos resumir cinco elementos claves en los que se debe trabajar:

•Un diseño inadecuado de las vías de circulación

• Una densidad poblacional elevada

• Un desorden total en el sector vial

• Una inexistente educación vial en los conductores

• Un deficiente sistema de cobro de infracciones viales a los infractores. Si hubiera más mano dura muchas menos personas violarían una norma de tránsito

Asimismo, las causas principales de los accidentes de tránsito son:

• La escasa vigilancia y regulación por parte del estado

• La imprudencia de los conductores que los hace conducir a exceso de velocidad o en estado de ebriedad

• Manejar con vehículos en estado deficiente

 

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