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Actualmente, la cantidad de accidentes de tránsito que ocurren a diario es alarmante a nivel mundial. Por eso, es muy importante saber de qué forma actuar frente a una situación de conflicto. Mientras esperamos la llegada de una ambulancia, podremos seguir algunos procedimientos que pueden ser muy útiles en estos casos.

En primer lugar, mantener la calma

Parece lo más sencillo, pero es lo más dificultoso a la hora una situación delicada. Es fundamental, sin embargo, generar un clima de tranquilidad. Si debemos esperar una ambulancia, no se gana nada con estados de alteración generalizados: en estados de desesperación el herido podría moverse generándose aún más lesiones. Es altamente recomendable acompañar en todo momento a la víctima, dialogando con ella y observar atentamente la evolución de su estado general.

Asimismo, es muy importante prestar  atención a curiosos (siempre presentes en este tipo de sucesos) que, lejos de brindar alguna ayuda, generan con su presencia un clima de espectacularidad y desesperación nada favorecedor para las víctimas. Es bueno saber que el herido todavía no tiene conciencia plena de su cuerpo y estado general, por lo que no agradable que vea caras ajenas de desesperación y susto. Así que si está a su alcance, intente retirarlos lo más posible del lugar de los hechos.

En segundo lugar, no haga de más

En muchas ocasiones, intentando ayudar podemos conseguir todo lo contrario; por eso por más que el general de la gente actúe de buena voluntad, hay cuestiones fundamentales que habría que evitar.

La primera regla básica es que nunca debe moverse a los heridos graves. Si existe la mínima posibilidad de que las víctimas tengan algún tipo de lesión medular desconocida por todos hasta ese momento, intentar moverlo podría convertirlo automáticamente, en una víctima fatal. Para eso esperaremos a la asistencia médica; pues son ellos quienes cuentan con los conocimientos necesarios para trasladar a los siniestrados.

 

 

El airbag o bolsa de aire es un sistema de seguridad complementario al de los cinturones. Su función principal consiste en amortiguar el impacto del cuerpo de aquellos ocupantes de los asientos delanteros del vehículo, en caso de una colisión frontal o semi-frontal que provoque ser eyectados hacia el exterior. Asimismo, existen también airbags laterales para aquellos casos en que los golpes provienen de los costados.

Las bolsas de aire poseen detectores de impacto en la parte anterior del automóvil y bolsas de nylon que se inflan mediante una reacción del tipo química entre producciones propias de gas nitrógeno. Por regla general, estos dispositivos se encuentran en el centro del volante o en el salpicadero del automotor.

De qué forma actúan

En caso de una colisión frontal, el sensor detecta al instante que el coche se ha detenido de manera brusca, activando la reacción química a la que hicimos alusión más arriba. De esta forma, la bolsa se inflará y se disparará hacia el pasajero a una velocidad aproximada de 300 km/h. Los sacos se encargarán de distribuir el impacto sobre el cuerpo del pasajero para que no concentren el golpe en un lugar particular, amortiguando así el efecto. Casi de forma inmediata los gases internos comenzarán a escaparse por unos orificios de la tela para permitir que el pasajero no se ahogue y pueda moverse.

De todas formas, es bueno recordar que el Airbag es un sistema de seguridad que complementa al cinturón pero que de ningún modo lo sustituye: el uso del cinturón ayuda a mantener el cuerpo de la persona en una posición apropiada para recibir la amortiguación que sigue.

Algunos inconvenientes

No obstante el uso del airbag puede generar todo tipo de lesiones físicas: en personas adultas generalmente provocan contusiones y fracturas de dedos, brazos  o antebrazos. En niños, en cambio, pueden llegar a ser mortales, ya que no están diseñados para tallas tan pequeñas. Por eso, no olvide llevar a los niños en los asientos traseros y con las medidas de seguridad adecuadas para ellos.

 

Una de las principales características del transporte profesional de primera calidad es la seguridad, lo que justifica que gran parte de la formación del conductor profesional deba dirigirse hacia la prevención de accidentes.

El objetivo no es solamente minimizar los costos directos de un eventual siniestro, sino también trabajar sobre los impactos dentro de la organización, en la sociedad y en la imagen de la empresa.

La definición de accidente sería el resultado final de un proceso donde coinciden diversos eventos, condiciones y conductas. Pueden confluir el estado del vehículo, de la red vial, la normativa, la señalización, la gestión de seguridad, la supervisión y el comportamiento del conductor, junto con sus capacidades psicofísicas.

Como sabemos, en general un accidente no se produce debido a alguno de estos factores tomado en forma aislada, sino que es por la compleja conjunción de varios de ellos.

Cualquier combinación equivocada de estos factores puede desembocar en una situación catalogada de riesgo.

Ajustando un poco los conceptos

Podemos hacer una distinción entre incidente y accidente, tomando el primer concepto como previo y posible desencadenante del segundo, es decir cuando hay un incidente en el tránsito, es probable que a partir de él se produzca un accidente.

El incidente es sin lugar a dudas una situación de riesgo, luego de la cual se puede o no desarrollar un accidente.Nuestra acción educativa podría perfectamente dirigirse a trabajar evitando los incidentes de tráfico.Por ejemplo, algunas veces observamos giros riesgosos de vehículos, producto de la fatiga del conductor, del estrés, del apuro o negligencia. Sin embargo estos giros no siempre desembocan en un accidente de tránsito.

Si estamos hablando de conductores profesionales podemos trabajar estos aspectos en forma preventiva, previamente a que estos factores perjudiciales para los conductores se desarrollen.

Podemos trabajar también sobre la extensión de la confianza más allá del límite realmente confiable de cada conductor, momento en que en lugar de constituirse en una cualidad se vuelve un verdadero riesgo.Es posible que incluso pase un tiempo y los incidentes no se vuelvan accidentes y las conductas peligrosas se vuelvan normales, esto es debido a que los individuos no valoramos adecuadamente los verdaderos riesgos que estamos corriendo y los vemos a la luz de nuestra propia experiencia particular.

En una labor social desarrollada por academias especializadas se puede trabajar este tema a partir de compartir con los alumnos decenas de experiencias, mostrando un panorama muchísimo más amplio y completo que el que podamos abarcar individualmente.

Debemos formar conductores que se manejen dentro de los límites de seguridad impuestos por la normativa vigente, el correcto uso de los vehículos y el sentido común para tomar buenas decisiones cuando sea necesario.

Aún en el posible error, el conductor profesional debe incorporar en su conducta la idea de protección de los actores más vulnerables que se puedan encontrar en una situación de riesgo, y esa es una labor impostergable para el sistema educativo vial.

En numerosos países de Hispanoamérica existe actualmente una tendencia en alza respecto de los accidentes de tráfico. La propensión se ve reflejada tanto en número como en violencia vial, con el consiguiente aumento de muertos. Las estadísticas oficiales latinoamericanas indican que los accidentes viales se encuentran entre las primeras causas de mortalidad juvenil a nivel continental.

Preocupación y motivos

La altísima preocupación de los gobiernos ante estos hechos se ve en ajustes a sus normativas (quita de puntos a licencias de conducir, altas multas, graves sanciones), mejoras en las señalizaciones y caminos y en  los diseños vehiculares para incrementar la seguridad del automotor; pero, desgraciadamente, ninguna de estas mejoras provoca el descenso de los siniestros callejeros.

Las causas más habituales de este tipo de accidentes radican básicamente en errores humanos y, por lo tanto, podrían haber sido evitado en el 90 % de los casos. La imprudencia y el consumo de bebidas alcohólicas o estupefacientes que alteran la percepción del entorno se encuentran entre las fuentes primarias de estos desgraciados sucesos.

El por qué de los sucesos

Por lo general, el conductor no ha sido formado correctamente  en una autoescuela: es muy común que los principiantes aprendan a conducir de la mano de algún familiar o amigo no cualificado y en cuyas enseñanzas se dejan de lado las normas de circulación (aunque no siempre sucede, obviamente).Lo peor de este tipo de casos es que quien conduce está totalmente seguro de que no ha cometido ningún error pues es lo que se le ha transmitido.

Además, la idiosincrasia de cada país es un fuerte obstáculo a sortear: las normativas suelen pasar desapercibidas para muchos.

Por estos motivos, algunos países han tomado una medida excelente que consiste en implementar la educación vial en las escuelas como materia obligatoria en el plan de estudios. Si bien  es un plan a largo plazo, es importante entender el rol de la educación  en las formas de relacionarse  a nivel social y cultural. Nuestra forma de conducir como grupo social está, sin dudas, dentro de estas expresiones.

En la entrega de hoy hablaremos de una  ciencia que se dedica a analizar el comportamiento de la mente humana como receptora de significados emitidos por distintos modelos de significantes. La disciplina en cuestión, la Semiología, analiza, efectivamente, el sentido emitido por cierto signo o símbolo es el que realmente intenta emitirse o se necesitan determinados ajustes en su expresión gráfica.

Aspectos generales del estudio

El estudio semiológico del signo en las señalizaciones viales está dividido en dos partes bien definidas; a saber:

a)      La Semiótica: Relacionada directamente con la simbología gráfica de los símbolos y signos no lingüísticos.

b)      La Semántica: está dedicada exclusivamente a la esfera de la comunicación lingüística

Pero, en términos generales, la semiología es la encargada del estudio de los dispositivos viales para determinar si estos transmiten correctamente la información. A través del tiempo, la incorporación de esta disciplina a la señalización urbana ha permitido perfeccionar el funcionamiento de los gráficos para lograr así una comunicación eficaz.

Es esta fluidez en la comunicación la que permite generar un entorno más seguro a los peatones y vehículos que circulan en las vías de las ciudades.

El signo en cuestión

Pero ¿cuál es el concepto básico de “signo”? Podríamos resumirlo diciendo que se trata de una representación que está en lugar de otra cosa, que está allí para hacernos saber de qué se trata; es la síntesis de una idea trasladada de un lugar a otro. Para que se entienda pongamos un ejemplo: si vamos transitando por una carretera y advertimos un cartel amarillo con un niño dibujado dentro, interpretamos que nos acercamos a una zona de escuelas y por lo tanto debemos disminuir la velocidad y prestar más atención a la circulación. Esa sería una correcta interpretación del signo gráfico.

Lo que se consigue con el signo es transmitir información precisa y concisa de forma que pueda ser asimilada por nuestro cerebro de manera rápida y poder tomar así, decisiones al respecto.