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Cuando ocurre un accidente en la vía pública cabe analizar cuáles fueron los desencadenantes que lo provocaron y en función de eso, se deben determinar las causas del mismo.

El no acaecimiento de un siniestro viene determinado por la combinación armónica de tres factores que se interrelacionan: la vía o entorno, el ser humano y por último, el vehículo (o los vehículos) que participan. Un desequilibrio en la interacción entre ellos puede derivar en un problema y cada uno puede tener diferentes grados de responsabilidad en el mismo.

Con respecto al entorno

Se lo llama técnicamente vía o medio. En este caso, es el factor humano el que debe adaptarse al mismo para la correcta circulación. En muy pocas ocasiones es la causa principal del siniestro ya que por lo general es un elemento pasivo que no interviene demasiado en los sucesos; sin embargo, es habitual que aporte determinados factores intervinientes en los desplazamientos y detenciones de los vehículos. El buen estado general de este elemento y la correcta señalización prevendrán problemas posibles.

Con respecto al factor humano

Este factor es el responsable de más de la mitad de los accidentes de tránsito ya sea por negligencias, violación de las reglas y demás. Los motivos que involucran a los seres humanos como principales responsables de estos inconvenientes se dividen en dos ramas:

a) Somáticas: relacionadas a problemas posibles del conductor dentro de su organismo ya sean visuales, acústicos o fallos motores. Están incluidas las enfermedades en general.

b) Psíquicas: se relacionan directamente con los síntomas provocados por inconvenientes mentales. Depresión, manías y fobias, entre muchas otras, se encuentran  dentro de este grupo.

Con respecto al vehículo

En algunos casos, las fallas de un vehículo pueden desencadenar un accidente vial. Los más habituales son entre otros, reventón de un neumático, fallos del sistema de frenado y problemas de dirección entre otros.

 

Los accidentes de tránsito son la causa más frecuente de lesiones múltiples y mortalidad en infantes. En particular, la fragilidad corporal del niño lo hace especialmente vulnerable, sobre todo en sus primeros años de vida.

Es importante a este respecto, ultimar las medidas de precaución tanto a la hora circular en carretera como también durante trayectos cortos en la ciudad.

Estadísticamente, está comprobado que un correcto uso de los sistemas de seguridad podría evitar hasta en un 75 % de las muertes infantiles y hasta casi  un 90% de las lesiones graves ocasionados por accidentes de tránsito.

Medidas de seguridad

A continuación indicaremos algunas medidas de seguridad muy efectivas a la hora de llevar un niño en nuestro vehículo; tome  nota:

a)      En todos los casos, los niños menores de 12 años deben viajar en el   asiento trasero del vehículo.

b)      Nunca lleve al infante en brazos durante la conducción; hágalo siempre en la correspondiente silla de seguridad adecuada para su tamaño y peso.

c)      No olvide atarlo ,además, al cinturón de seguridad

d)      Recuerde colocar el pestillo de seguridad del que disponen todos los automóviles. De esta forma evitará que los más pequeños abran la puerta desde el interior del vehículo.

e)      Con el automóvil en marcha  se recomienda cerrar las ventanillas, ya que al estar abiertas son un gran  peligro para la infinita curiosidad de los niños.

f)       No permita que se bajen de su sillita, ni siquiera en trayectos breves

g)      No sustituya la falta de silla de seguridad o sistema adecuado abrochándole directamente el cinturón de seguridad pues si el niño es muy pequeño podría causarle lesiones en costillas, hombros, cuello, etc.

h)      La silla debe situarse en la zona central del asiento trasero siempre en sentido inverso a la marcha, de esta manera evitará golpes laterales en caso de accidentes.

En la próxima entrega profundizaremos acerca de los sistemas adecuados de seguridad infantil  según edades y peso corporal.

 

Generalmente, cuando conducimos por autopistas o autovías debemos tener en cuenta alguna serie de aspectos fundamentales y distintos a los que atendemos cuando circulamos dentro de una ciudad o poblado.

Importancia de los carriles y las luces reglamentarias

Tanto en las autovías como en las autopistas se debe circular  siempre por el carril derecho y solo puede cambiarse al carril de la izquierda para adelantarse a otro vehículo. Una vez que el adelantamiento ya fue llevado a cabo, volveremos a nuestro carril inicial.

Además, es importante recordar que el límite de velocidad promedio de autopistas en toda América ronda los 120 km/h y, cuando conducimos en ellas, aumentar la distancia reglamentaria de seguridad entre los vehículos es fundamental para mantenernos tranquilos.

Como ya hemos indicado anteriormente, la obligatoriedad de llevar las luces de cruce encendidas durante horas del día también contribuye a mantener el orden general en la carretera. Durante estos recorridos, los conductores debemos hacer visible nuestro vehículo  a los demás mucho antes que en una carretera ordinaria, debido en particular a las grandes velocidades que se manejan en estos circuitos. Por eso, la mejor forma de avisar a otros respecto de un posible adelantamiento u otros movimientos es a través de  destellos lumínicos.

Desplazamientos laterales

Durante el camino en este tipo de vías será necesario, de seguro, cambiar de carril en algún momento. En el caso de tener que realizar este desplazamiento lateral es bueno recordar esta reglar de conducción: Miro el retrovisor- señalizo- realizo la maniobra. En estas circunstancias siempre debemos tener presente que detrás pueden circular vehículos mucho más rápidos que nosotros. Esta maniobra se debe iniciar mucho antes que en las carreteras convencionales y además debemos procurar siempre que los indicadores de dirección (o luces) se vean bien en todo momento, manteniéndolos encendidos durante el cambio.

No está de más recordar que es imprescindible el uso del cinturón de seguridad ya que puede, definitivamente, salvarnos la vida ante un accidente.

 

 

 

La Agencia Andaluza de Energía ha informado que durante el año 2010 algo más de 3 mil ciudadanos han tomado cursos de conducción eficiente.
En lo que va del año 2011 se han seguido brindando estos cursos a buen ritmo y no solo se espera superar la marca del año pasado, sino que se estima que se puede duplicar la cantidad de beneficiarios.
Estos cursos permiten que los conductores incorporen conceptos tan básicos como el ahorro del combustible y de la reducción de la contaminación ambiental.
De los conductores que toman los cursos, aproximadamente el 60 por ciento lo hacen en vehículos ligeros y el resto conducen vehículos industriales privados o son profesores de educación vial.
Estos cursos son absolutamente gratuitos para los estudiantes, los que se clasifican en conductores particulares, transportistas profesionales, profesores de autoescuelas y trabajadores de la Dirección General de Tráfico.
Con la utilización de los conocimientos adquiridos en estos cursos se estima que el ahorro por persona puede llegar a los 170 euros al año, solamente en combustible.
El presupuesto que está dispuesto por la Consejería de Economía de la Agencia para el bienio 2010-201 supera los 617 mil euros.
Los cursos se están realizando en Sevilla, Málaga, Cádiz, Granada. Córdoba. Jaén, Almería y Huelva.
Desde el inicio de este tipo de iniciativas, por el año 2005, la Agencia de Energía ha destinado a estas actividades casi 2.5 millones de euros, en un plan que tiene como meta formar en conducción eficiente a unos 20 mil conductores.

3 millones de automóviles

Los motivos que tienen los andaluces para realizar esta inversión en materia educativa son muy claros.
En la región de Andalucía tienen registrados más de 3 millones de automóviles, cuya demanda de combustible trepa al 52 por ciento del total de consumo del transporte en carreteras.
Mediante la incorporación de las técnicas de conducción eficiente impartidas, los conductores tendrán la posibilidad de ahorrar esos 170 euros anuales en un recorrido de aproximadamente 15 mil kilómetros cada vehículo.
Para el caso del transporte profesional pesado, el cálculo estimado de ahorro se sitúa entre el 8 y el 17 por ciento del consumo en combustible.
Para poner un ejemplo concreto, en la flota pública de autobuses se consume una media aproximada de 48 litros por cada 100 kilómetros de recorrido.
Mediante la utilización de las técnicas de conducción eficiente es posible que una flota de 500 autobuses ahorre en un año algo más de 1 millón de litros de gasoil, con el consiguiente ahorro económico y los muchos beneficios ambientales conocidos por todos nosotros.

Un detalle de los cursos

Los cursos impartidos son teórico-prácticos y tienen una duración aproximad de 5 horas.
En ellos los conductores reciben consejos acerca de como arrancar el motor adecuadamente, como circular en las marchas mejor indicadas para cada ocasión, porqué deben apagar el motor en las esperas de más de un minuto, como enfrentarse a una pendiente, etc.
Se les indica además que tienen la posibilidad de consultar la página web de la Agencia en casos de dudas y para la obtención on-line de un Manual de Conducción Eficiente.

Al  momento de referirnos a alternativas planteadas para evitar la producción de accidentes de tránsito de distintos grados de magnitud, una de las más modernas y efectivas es sin dudas, la utilización de radares de control.

Qué son los radares

Estos pequeños artefactos pueden utilizarse bien dentro del vehículo para facilitar la labor del conductor, o bien fuera de ellos, para regular el movimiento de velocidad de la vía transitada.

La gran mayoría de los países latinoamericanos han comenzado hace años la implementación de su uso a grandes escalas. Gracias a la evolución diaria de la tecnología, los conductores pueden beneficiarse de su utilización y comprender, además, que estos diminutos artefactos pueden salvar nuestras vidas con su sola presencia.

Algunos  de los tipos más conocidos de radares son los sensores para estacionamiento: aquellos que señalan la distancia respecto del vehículo que precede o antecede, facilitando así las maniobras del conductor.

Asimismo, es importante destacar que más allá de la función que nombramos anterior mente, su utilidad mayor está siendo dada en las autopistas como detectores de aquellos automóviles que estén excediendo los límites de velocidad permitidos.

Los radares se encargan, en estos casos, de generar una estadística y permitir labrar una multa de infracción al  conductor que esté infringiendo la ley en el mismo momento de realizada la falta, evitando así que persista en el error.

Cabe recordar que las faltas respecto al exceso de velocidad son las más comunes y las estadísticas oficiales en toda América latina indican que en autovías y carreteras ocho de cada diez vehículos no respetan los límites de velocidad máxima establecidos.

Tipos de radares

Existen dos tipos de radares:

a)      Aquellos que funcionan automáticamente y son utilizados para obtener información  acerca de determinadas  características en zonas de tráfico delimitadas.

b)      Los de función manual, manejados por integrantes de entes reguladores intervinientes. Son estos los más influyentes a la hora de realizar el control sobre un vehículo posiblemente infractor y aplicarle  o no la multa posteriormente.