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2011 22 Ago

América Latina es una de las regiones del mundo donde los accidentes de tránsito generan mayor número de muertes en el mundo, más de cien mil anualmente, según las cifras que se dieron a conocer en la pasada conferencia Década de Acción para la Seguridad Vial.  Es necesario puntualizar que una gran cantidad de esas muertes, aproximadamente un tercio de ellas, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se producen por estar relacionadas con el consumo de alcohol.

Efectos negativos

El alcohol es un producto altamente negativo para las facultades sensoriales, que son absolutamente necesarias para una conducción segura. Esta susstancia actua como depresor del sistema nervioso, por lo cual afecta al tiempo de reacción de la persona, es decir, al tiempo que se tarda en percatar de algo y a la sensibilidad a acontecimientos externos. También reduce la capacidad visual, produce efectos negativos sobre la motricidad y la coordinación, reduce la capacidad de atención, y la de seguir una trayectoria. Estos son factores que disminuyen considerablemente las habilidades para conducir y aumentan proporcionalmente las posibilidades de sufrir un accidente.

Mitos y verdades

Por eso, conviene revertir algunos mitos oídos por todos,  y que no son ciertos respecto al alcohol. Uno de ellos es que la bebida alcohólica afecta por igual a todas las personas en cantidades bajas. Esta afirmación no es cierta, pues cada persona, dependiendo de su peso, edad e índice de grasa corporal, presentará una tasa distinta de alcoholemia.  Otro de los mitos que se escucha con frecuencia es que el alcohol no es absorvido por el cuerpo si se cosume con alimentos.  Es cierto que se retrasa la abosrción en la sangre, pero termina siendo absorvido de igual manera. Por tanto, solo se atrasa el efecto, pero no se elimina. Otros afirman que se puede reducir el alcohol en sangre durmiendo una siesta, tomando un café o bañándose. Esta es otra creencia falsa, pues el nivel de alcohol en sangre no puede reducirse con ninguno de estos métodos, y únicamente desaparece cuando es procesado y absorvido por el organismo.

Aunque la tasa permitida de alcoholemia en los países de Latinoamérica varía, sin duda lo mejor es no tomar si se tiene que conducir, o viceversa. De esta manera, se evita correr un riesgo innecesario al volante o poner en riesgo la vida de otras perosonas, pues alcohol y automóvil forman un cóctel que casi nunca genera buenos resultados.

 

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