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2011 7 Sep

¿Por qué la mayor parte de las personas se transforman cuando se ponene frente al volante de sus vehículos? La agresividad de los conductores en América Latina genera problemas para el tránsito e incluso la vida ya que puede causar accidentes, y manifiesta la ausencia de cultura vial y capacitación en muchos de los países de la región.

Datos que asustan

En una encuesta realizada por la asociación Luchemos por la Vida en Argentina se revelaban datos claves: el 53 por ciento de los conductores reconoció que insultaba y gesticulaba al ser molestado por otro conductor. Y los hombres son manifiestamente más agresivos al volante que las muejres, estas tampoco se quedaron atrás, pues la mitad reconoció insultar a quien molesta en su camino.

Otra de las consecuencias de esta enajenación mental que se sufre al subirse al auto  supone olvidar al peatón: más del 30 por ciento de los condutores no lo toman en cuenta. Y además, el 70 por ciento de personas reconocen que cuando ven un semáforo en amarillo aceleran en lugar de reducir la velocidad, que es lo establecido generalmente por las normativas de circulación.

Falta normativa sobre capacitación

Estos comportamientos generan problemas de tránsito, accidentes y hasta peleas que en ocasiones han terminado entrágicas muertes, y la mayor parte del problema reside en que los conductores no acuden en su mayoría a escuelas de manejo ni reciben capacitación alguna para aprender a conducir, lo que deriva en comportamientos ausentes de civismo y de cultural vial.

Expertos de todo el mundo y psicólogos que han analizado el problema coinciden en opinar que las noramtivas de tránsito de la mayor parte de países latinoamericanos tocan levemente (si es que lo mencionan) el tema de la capacitación, lo que genera desconocimiento de los conductores sobre las normas de tránsito, así como falta de respeto por los otros actores que ocupan las vías.  Por ello, la reforma de las regulaciones para introducir la obligatoriedad de asistir a escuelas de conducción podría ser una solución al problema, junto con la inversión de los estados en educación vial.

Cristina Bonillo