¿Qué pretenden las nuevas normas en seguridad vial en Perú?

Como bien te habremos informado en los artículos pasados, Perú lleva tiempo manteniendo una crisis educativa en los temarios de seguridad vial. Esta remodelación es necesaria debido a que los malos comportamientos de los conductores en seguridad vial han creado un mayor peligro frente a accidentes de peligro obstaculizando el tráfico y la seguridad de terceras personas.

En cuanto a las estadísticas de los informativos y los departamentos pertinentes hemos podido observar que comentan que alrededor de diez personas fallecen a diario en Perú a consecuencia de los accidentes derivados de las faltas de atención y malas costumbres realizadas en las autopistas y carreteras urbanas. Además en los últimos diez años se ha podido observar un aumento de los heridos graves, con un número de 115 accidentados que han salido con una dolencia grave, quedándose como discapacitados dejando graves siniestros viales a su paso. También hemos podido saber que alrededor de 470 millones de soles es el coste material de los accidentes de tránsito representando el 0,17% del PBI local. Hechos que hacen que se deba aumentar la seguridad vial para disminuir todos estos accidentes.

Por ello las normas en Educación Vial, son necesarias y de vital importancia para la creación de nuevas normativas educativas que mejoren la calidad de vida de los residentes, promoviendo el aprendizaje para un mayor cumplimiento de las señalizaciones y reglamentos de conducción.

La base de las normativas de conducción y su respeto se crearán gracias al aumento de la autoestima, creando un mayor control en carreteras aumentando la conciencia con respecto a otros, aumentando el nivel de cultura general de todos los habitantes del país, aumentando el reconocimiento de los derechos y deberes sin dejar de lado el respeto para las instituciones y las autoridades.

En realidad, se calcula que en el mundo, no tan sólo en Perú, mueren alrededor de un millón de personas arrastrando consigo a cincuenta millones de heridos, que pueden acabar con secuelas recreando enfermedades de por vida, con un coste de aproximadamente 518 mil millones de dólares anuales.