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Autoescuelas: un trabajo con responsabilidad social¿Quién no escuchó de su propio padre o de un tío la experiencia de haber aprendido a manejar en el campo, el parque o el barrio a la hora de la siesta? La urbanización relegó este juego entre padres e hijos a la enseñanza en academias especialmente creadas para reemplazarlo. Es por ello que, más que un negocio comercial, las autoescuelas nacieron para cumplir un trabajo con responsabilidad social.

Cambio de hábito

Es indudable que el constante crecimiento demográfico, y el consecuente proceso de urbanización que vienen atravesando en forma conjunta los países latinoamericanos nos han permitido desarrollarnos, avanzar, integrarnos al mundo globalizado. Sin embargo, estos cambios también han sido responsables de la modificación de numerosos hábitos dentro de una sociedad acostumbrada a mantener a la familia unida en base a la transmisión de conocimientos y tradiciones.

Particularmente, una de estas costumbres perdidas es la iniciativa del padre de enseñar a conducir a sus hijos. Con la aparición de las autoescuelas, el padre se convirtió en profesor y el hijo, en cliente. El entrenamiento ya no se hace después del almuerzo del domingo, ante la mirada de tías y abuelos, sino durante la semana, entre la salida del colegio y la ida al club. No obstante estos cambios, el aprender a manejar sigue siendo un anhelo de los jóvenes y toda una tradición.

El rol de las autoescuelas

Las autoescuelas han logrado establecerse entre los aprendices como lugares de recreación al que todos quieren concurrir, aceptando su sentido de responsabilidad social y brindando en su educación mucho más que una técnica para conducir.

Seguir este camino garantizará el éxito de las autoescuelas, evitando que, en un futuro, se banalicen sus servicios hasta convertirse en pura mercancía. Así podrán apostar sus esfuerzos para que sus clientes se sientan acompañados, transformando ese cambio de hábito en un aspecto positivo. Sólo así los usuarios sentirán que son educados con el mismo entusiasmo con que fueron tratados sus padres por sus abuelos, y las escuelas de conducción podrán sentirse realizadas al cumplir eficazmente con su sentido de responsabilidad social.

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