Autoescuelas: aprobando el examen

Todos recordamos el momento en el que, por fin, conseguimos aprobar el examen del coche.

De una vez por todas habíamos conseguido aquello que tanto nos había costado. Unos lo consiguen a temprana edad y otros en plena madurez. Pero para todos los que lo hemos conseguido supone un momento inolvidable en nuestras vidas.

Un duro esfuerzo

Todas aquellas tardes en la autoescuela, todos esos test hechos una y otra vez, todas aquellas clases prácticas por la ciudad. El miedo y la ilusión que se entremezcla.

El miedo al examinador. Y la ilusión por la libertad. La libertad de poder ir sobre ruedas donde uno siempre había querido ir, sin depender de nadie. Recordaré siempre en mi caso particular la multitud de gente para hacer el examen teórico.

Y sobretodo los minutos, horas previas de espera en el caso del práctico. La seriedad del examinador. La tensión del momento. El aparcamiento marcha atrás. Todos esos detalles que luego uno cuenta a sus hijos. Y bueno, por qué no, cuando uno suspende. Que duro es el día en que uno suspende un examen de conducción.

Al final queda la satisfacción

Con esfuerzo todo se consigue. Y aquello que creías que nunca llegaría, por fin, ya forma parte de ti para siempre.

Cuando apruebas, la alegría te inunda y sólo quieres salir a conducir, pasar por aquel sitio o aquella rampa por donde te examinaron. Contárselo a todo el mundo. Es un momento especial en la vida de una persona por lo que significa. Una liberación personal en toda regla.

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