Estos días pasados hemos comprendido que la observación es fundamental para obtener la información necesaria para la conducción preventiva y que una anticipación constante redunda en nuestra propia seguridad vial y, por tanto, ayuda a la seguridad vial colectiva.
No siempre las cosas salen como uno espera. Por eso es necesario anticiparse y reaccionar en caso necesario. Debemos dominar nuestro espacio de conducción.
¿Qué podemos hacer cuando es el conductor que nos sigue el que no respeta las distancias? La primera medida será aumentar la distancia con el vehículo que nos precede. Lo siguiente, evitar acelerar, porque eso no resolverá nada y aumentará el peligro en caso de que surja un problema. Si nos vemos en la necesidad de frenar o de girar hacia algún sitio, comenzaremos nuestra maniobra mucho antes, quitando velocidad con suavidad y tiempo suficientes y, en el caso de desplazamientos laterales, utilizaremos los indicadores de dirección con mucha antelación, de forma que el conductor que nos sigue tenga tiempo de reaccionar.
La conducción preventiva exige una preocupación constante por la separación lateral, circulemos en línea recta y por nuestro carril, por lo que pueda suceder. Un conductor que cambia repentinamente de rumbo, un peatón que irrumpe en la calzada, el ocupante de un vehículo que sin pensarlo abre la puerta€¦ Todos esos posibles problemas que pueden aparecer nos llevan a la necesidad de mantenernos suficientemente alejados lateralmente del resto de usuarios de la vía.
En ciudad esa separación será proporcional a la anchura y características de la calzada y a la velocidad a la que circulamos, sin olvidar factores como el tráfico.
Al final, la idea es que, mientras circulamos, constantemente debemos dejar un margen lateral de seguridad suficiente para cubrir las variaciones de trayectoria que como conductores vamos experimentando y que también van experimentando los demás.
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Javier Merino
Profesor de Formación Vial